¿Está el consumo de cannabis realmente libre de riesgos?
La creciente aceptación social del cannabis ha generado un cambio de percepción sobre esta sustancia, especialmente entre los más jóvenes. Sin embargo, normalizar su consumo sin información veraz y equilibrada puede tener graves consecuencias para la salud física, mental y social de quienes lo consumen.
¿Por qué se ha normalizado tanto el consumo de cannabis?
En los últimos años, varios factores han influido en esta tendencia:
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La legalización del cannabis medicinal o recreativo en distintos países.
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La difusión en redes sociales de un consumo aparentemente “inofensivo”.
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El discurso popular que lo compara con el alcohol o incluso lo presenta como “más natural” o “menos dañino”.
Todo ello ha contribuido a crear una sensación de seguridad que no siempre se corresponde con la realidad clínica o científica.
Riesgos reales del consumo de cannabis
Aunque algunas personas puedan consumirlo sin desarrollar dependencia, el cannabis no es inocuo. Entre los riesgos más relevantes destacan:
1. Afectación de la salud mental
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Psicosis inducida por cannabis, especialmente en personas con predisposición genética.
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Mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y depresión.
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Síndrome amotivacional, caracterizado por apatía, falta de iniciativa y bajo rendimiento.
2. Impacto en el desarrollo neurológico
El consumo habitual en adolescentes y jóvenes puede afectar de forma significativa al desarrollo del cerebro, especialmente en áreas como:
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Memoria
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Concentración
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Toma de decisiones
3. Riesgo de dependencia
A pesar de la creencia extendida, el cannabis puede generar adicción. Se estima que 1 de cada 10 consumidores desarrolla dependencia, cifra que aumenta si el consumo se inicia en la adolescencia.
4. Deterioro de la salud física
Aunque se suele ignorar, el cannabis puede provocar:
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Problemas respiratorios (bronquitis crónica, tos persistente).
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Alteraciones del sueño.
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Pérdida de apetito o trastornos alimentarios.
¿Cómo influye la trivialización en la prevención?
Cuando se minimizan los riesgos, se reduce la percepción del daño y se dificulta la prevención. Esto puede llevar a:
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Inicios de consumo cada vez más tempranos.
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Mayor dificultad para detectar un problema.
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Negación de la necesidad de ayuda o tratamiento.
¿Qué hacer ante un consumo problemático?
Si tú o alguien cercano ha comenzado a tener problemas derivados del consumo de cannabis, es importante actuar a tiempo:
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Consultar con un profesional de salud mental especializado en adicciones.
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Evitar el autoengaño: “no es tan grave” o “yo lo controlo” son frases que pueden retrasar la búsqueda de ayuda.
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Explorar tratamientos psicoterapéuticos eficaces, como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de grupo.
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